Yoga… ¿Cómo podría definir el Yoga? Todo el mundo sabe o
cree que es el Yoga pero pocos lo sabrán definir como es correcto… Hay de
muchos tipos y de muchas maneras uno lo puede realizar. Cuando pienso en Yoga
pienso en un gimnasio o en una sala donde la gente se estira en sus colchonetas
y entre ejercicio y ejercicio se relajan y aprenden a realizar diferentes
movimientos con su cuerpo que no habrían hecho jugando a tenis, fútbol o
aerobic.
Pero mi imagen del Yoga ha cambiado. El jueves pasado,
gracias a una nueva persona que conocí por mis clases particulares, me invito a
su clase de Yoga. Una experiencia, que mirando hacia tras, pienso que solo la
podré vivir aquí. Una mujer amablemente abrió
las puertas de su casa a 8 extraños para realizar esa clase. La casa ya incitaba
a la relajación, grande, espaciosa, con una fuente dentro del salón y un jardín
que solo se veía vegetación y más vegetación. Siete personas a las que no conocía
me miraban con cara de tranquilidad y paz mientras la profesora me recibía con
una sonrisa. Fue un Yoga más bien espiritual, no sudamos, simplemente
escuchamos la música y nos centramos en el “uno mismo”. Nunca he sido dada a
escuchar… supongo que es un gran defecto que tengo… nunca fui dada a escuchar
en la escuela cuando nos encerraban en el oratorio y el sacerdote con voz
profunda nos hablaba de Dios... Así que un poco me paso lo mismo aquí… ¿Qué me
focalice en el tercer ojo? ¿ y eso como se hace? ¿Qué mi energía la saque de mi
torso? ¿Qué tengo un arco de oro y no un arcoíris? ¡Pero si a mí me gustan los arcoíris!
No entendí ni una gota de lo que me estaba diciendo la profesora pero por un
momento me di cuenta que era la primera vez que hacía algo, desde que estoy
aquí, que era para mí, porque quería y mi apetecía.
Tuve una hora y media para mí, para mis orejas, que pudieron
escuchar el silencio, la música pacífica y el agua de la fuente y no el tráfico
y las bocinas de Manila que sin querer va quedándose en tu cerebro y ya lo ves
como normal. Para mi espalda, que tuvo que esforzarse para sentarse recta y no curvada
durante un tiempo. Pero sobre todo para mi cabeza, que no es que no dejara de
pensar en mis cosas observando la casa y pensando ¿en dónde me he metido? Sino que
conseguí relajarme y los bostezos fueron salieron poco a poco hasta que ya no
pude parar de bostezar!!
Después de la clase se me presentaron todos muy amigables y
la verdad es que la atmósfera que se respiraba era de tranquilidad, serenidad y
como si el tiempo hubiera parado en ese momento.
¿Lo volvería a repetir? No lo sé... ¿y porque no?, ¿no?,
conclusión: me di cuenta que hace mucho tiempo que no estaba quieta en un sitio
durante una hora y media sin hacer nada más que pensar en mí. Y eso lo volvería
a repetir seguro.
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