El otro día le comente a una amiga que va bien volver a los
sitios para seguir valoran todo aquello que tienes en tu vida y es que… aun
habiendo estado tres años viviendo aquí en Filipinas ayer fueron todo primeras
impresiones.
¿Quién dice que en Barcelona hay humedad? ¡Es que no ha
estado en Manila!, solo salir a la calle cuesta respirar, hasta que te adaptas
tu cuerpo te pide agua, ducha, beber, refrescarte, aire, ventilador. ¿Calor? Aun
no entiendo como aguante un año con uniforme, ver a todas ellas con sus medias
tupidas cuando tú, lo único que deseas, es ir quitándote piezas de ropa
innecesarias. ¿Ruido? ¿Coches? ¿Personas? Nos quejamos de la multitud de
turistas que hay por Barcelona pero… es que aquí no hay turistas hay filipinos
por todas partes, casi no puedes ni andar sin tropezarte con alguien. Ahora me
viene a la cabeza la emisora de radio que he escuchado durante todas mis
mañanas en este último curso diciendo “en el Papiol retenciones de 5km para
entrar en Barcelona” y ahora pienso “que suerte tiene esa gente” porque aquí,
en la ciudad, los coches casi no se mueven.
Manila, ahora
entiendo a mi tía cuando llegamos hace cuatro año y me decía “yo no piso Manila
si no es realmente necesario”,no lo entendí en ese momento porque yo, estaba
inmersa en este caos, pero una vez sales y vuelves a entrar ya lo comprendes.
Manila no es Filipinas.
Aun así siempre tienes aquellos rincones de la ciudad como
Ayala Triangle que son un pequeño pulmón entre todos esos rascacielos. Te
sientas. Miras esos árboles centenarios y te paras a observar, todo el mundo
ríe, es feliz, aun sabiendo cómo es la vida en esta cultura (muy dura), nadie
para, todo el mundo sigue adelante y disfrutan. No digo que sea ni mejor ni
peor, si no diferente. Pero os puedo asegurar que saben cómo vivir la vida
felizmente.
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