Solo saltar de la banka y pisar la tierra mojada por el agua
me hace ver que ya he llegado al paraíso.
En un año y medio en Filipinas esta es nuestra tercera vez
aquí y por mí, nunca me iría. Lo tiene todo: esa tranquilidad, esa felicidad,
ese encanto que no voy a encontrar en ningún lugar más en el mundo. Y es que,
puede ser que este infravalorando todos estos resorts espectaculares en
apartadas islas, pero es que esta casa tiene eso y mucho más. Siempre que estoy
les digo a los dueños que para mí este es nuestro pequeño, privado y exclusivo “resort”.
Pero lo más importa y es lo que le diferencia de todo lo demás es que es familiar.
Cualquier sobrino, amigo, conocido será bienvenido y todo el mundo hará que se
sienta parte de la casa. La primera noche solamente fuimos 8 cenando y de esas
8 personas habían 5 nacionalidades distintas. Y lo que nos unía a todos era que
solo se respiraba alegría. Y es esto lo que hace esta casa, uno se siente
alegre solo verla desde lejos.
Los dueños de este pequeño paraíso, buenos amigos y por no decir “padres adoptivos”, son de las personas con el corazón más grande que he visto. Ella, toda muy elegante con su sombrero y sus gafas de sol, ¡es un terremoto activo!, no para quieta, es la capitana, cualquier detalle de la casa es porque ella lo ha puesto con mucho cariño, sociable, amigable, su risa la puedes oir a kilómetros, generosa… El, es un hombre que cuando lo ves transmite paz, tranquilidad, serenidad, discreto a la vez que un poco pillo. Y todo ello lo complementa el sentir y ver lo mucho que se quieren, lo bien compenetrados que están, no solo son marido y mujer si no grandes amigos y ese amor que desprenden lo transmiten a todos sus invitados. Dudo que lean este blog, porque por no saber, no saben ni que existe, pero Jojo y Henry gracias por siempre acogernos en vuestra casa y hacernos sentir parte de vuestra familia.
Pd: y es que…. Acabamos siendo 30 durmiendo!! Sobrinos, hermanos, amigos y… nosotros jejeje!
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